El síndrome miofascial y su tratamiento
BLOG LUCÍA VILLAFAÑE

El síndrome miofascial, tan desconocido y tan frecuente

El dolor crónico, generalizado y acompañado de otros desequilibrios funcionales como las alteraciones viscerales, alteraciones del sueño, sistemas inmunitarios bajos, etc., nos pueden despertar las alertas respecto al síndrome miofascial.

En el siguiente artículo, profundizaremos en los signos y síntomas que refieren los pacientes que padecen síndrome miofascial, así como en su abordaje y tratamiento.

En muchos espacios médicos se hace hincapié en diferenciar el síndrome miofascial de la fibromialgia o del síndrome del dolor crónico. Tras años de experiencia en consulta tratando a pacientes diagnosticados de cualquiera de estos síndromes, he llegado a la conclusión de que todos ellos son prácticamente lo mismo. Diferenciándose en el momento del proceso de desequilibrio que está sufriendo el paciente.

Como una de las diferencias más relevante entre fibromialgia y dolor miofascial es que la primera, se caracteriza por una sensibilización central (desprogramación a nivel del sistema nervioso central de la información de dolor que recibe el cerebro: digamos que empieza a interpretar como dolor, estímulos que en realidad no son dolorosos) y por un dolor generalizado por todo el cuerpo. Y el dolor miofascial, sin embargo, supone una sensibilización periférica y dolor más localizado en determinadas zonas.
Pero la realidad es que todo dolor periférico, mantenido en el tiempo (más de 3 meses) puede provocar una sensibilización central, así que desde mi opinión, lo que conocemos como fibromialgia, puede haber comenzado previamente como un síndrome miofascial.

Esto me lleva al corazón del artículo y es que, lo llamemos como lo llamemos al síndrome que sufren estos pacientes, lo que está ocurriendo en sus cuerpos es siempre el mismo proceso de pérdida de la calidad del tejido conectivo: oxidación, deshidratación de la matriz extracelular, acumulación de toxinas y endurecimiento del tejido.

Este proceso de degeneración del tejido conectivo es el que va a producir el conjunto de signos y síntomas que reconocen los pacientes diagnosticados por fibromialgia, dolor crónico o síndrome miofascial:

  • dolor y rigidez muscular más o menos generalizada
  • fatiga
  • alteraciones del sueño
  • migrañas o cefaleas
  • alteraciones de la piel
  • alteraciones viscerales: náuseas, cólicos, estreñimiento,…
  • desgaste emocional
  • hipersensibilidad generalizada
  • alteraciones hormonales

Dicho esto, resulta casi obligatorio sacar como conclusión que el tratamiento del síndrome miofascial (también fibromialgia y dolor crónico) va a residir en mejorar la calidad del tejido conectivo.
Para ello el paciente tiene a su disposición un abanico extenso de recursos:

  • dieta rica en fruta y verdura fresca para evitar la oxidación y favorecer la eliminación de toxinas
  • beber al menos 2litros de agua para garantizar la hidratación del tejido
  • reforzar el aporte de vitamina D, B12 y magnesio
  • hábitos de sueño saludables
  • fisioterapia, en concreto la especialidad de Inducción Miofascial

Y aunque resulte obvio, es importante insistir en todo aquello que reporte bienestar y buen humor al paciente, porque en esas circunstancias el cuerpo libera serotonina, fundamental para subir el umbral de dolor y regular el sueño.

Para terminar, me gustaría subrayar que en el cuerpo no hay nada crónico, éste está en continuo reequilibrio (equilibrio dinámico) y que por tanto, todo proceso patológico o enfermedad tiene cura y posibilidad de mejora. Es importante plantear el tratamiento sobre el origen de la misma, no sólo los síntomas para garantizar el éxito del tratamiento y su durabilidad en el tiempo.

Lucia Villafane